No
siempre los padres tenemos la razón, pero a veces la autoridad que poseemos
sobre los hijos nos hace creer que no nos equivocamos. Acostumbro a salir con
mi hija los fines de semana para hacer compras, o para resolver asuntos que necesitan
atención y que no podemos dársela durante los días laborales; ella es la que
casi siempre me lleva en su carro, no puedo negar que tiene experiencia
manejando pues lo hace desde hace mucho tiempo.
Es segura pero también es atrevida, y cuando
se vuelve atrevida es cuando me surge lo de mama para corregirla y le digo: “No
hagas esto, mejor haz aquello, dobla aquí, sigue derecho, no te enojes etc., me
he dado cuenta que hacer esto la pone nerviosa, de mal humor, y en lugar de
ayudar hago que reaccione mal.
Hoy
mientras nos dirigíamos a realizar nuestra acostumbrada rutina, me dijo: “Mami
por favor deje que yo maneje, no me diga lo que debo hacer” al escucharla pensé
que ella tenia la razón, no es fácil manejar cuando alguien te interrumpe
constantemente. Cosas como estas hacemos los padres con frecuencia, no dejamos
a nuestros hijos tomar sus decisiones aun cuando ya tienen la edad y la madurez
para hacerlo.
Estoy totalmente de acuerdo en que a los hijos debemos
cuidarlos, pero no sobreprotegerlos. Cuando son niños por supuesto que no saben
tomar decisiones y los padres somos responsables de ensenarles y ayudarles,
pero llega un momento en la vida de ellos en la que tendrán la edad y la
madurez para decidir.
Muchos
problemas surgen porque algunos padres no entienden que sus hijos crecieron y no
respetan su espacio, y cuando estos llegan al matrimonio, se meten en
todo. Algunas esposas se quejan de que sus suegras insisten en querer
dirigirlas y si no hacen como ella les
indica, comienzan los problemas, las murmuraciones y las criticas. El
matrimonio es de dos, la palabra nos ensena en:
Mateo 19:5 “Por esto dejara el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola
carne.”
Por
otro lado los padres no hacemos bien promoviendo la rebeldía y el resentimiento
en los hijos, sino que por el contrario, debemos animarlos a procurar la paz.
No es bueno tomar partidos ni involucrar nuestros sentimientos de tal manera
que nos inclinemos a favor de los nuestros no importan si tengan la razon o no. Si
nuestros hijos casados nos piden una opinión o un consejo en relación a su
matrimonio, debemos ser sabios y adoptar una posición imparcial, que su fin sea
el bienestar de la pareja y no solamente de un individuo.
La
mejor manera de apoyar a nuestros hijos casados, es orando por ellos y modelándoles
con nuestras vidas la manera correcta de enfrentar los conflictos. No asumamos
la responsabilidad que es de ellos, y pensemos bien antes de hablar, porque una
palabra mal dicha, puede sembrar mucha desdicha. El tiempo no pasa en vano, y
aunque para ti tus hijos nunca dejaran de ser niños, debes darte cuenta que
tu hijo creció.
DALE COLOR A TU VIDA!