Hay días que uno no quisiera vivir, momentos difíciles, eventos dolorosos, incidentes que pueden cambiar nuestro destino y circunstancias que nos rompen el corazón. Cuando esto nos acontece, nos abandona la alegría y no hay nada que pueda evitar que sintamos dolor y tristeza.
La perdida de un ser querido, el duelo, la partida de
alguien importante como los hijos, los padres o un buen amigo puede trastornar
nuestro ánimo lanzarnos en un pozo profundo de desesperación en donde la
tristeza según nosotros, sea nuestra única compañera. Cuando vivimos eventos
como los que menciono, las cosas que antes nos causaban alegría son ignoradas,
no prestamos atención a nada y el desanimo nos gobierna.
¿No será que se nos acabó la gratitud o simplemente no la
manifestamos como se debe? Sera acaso que nos volvemos injustos y teniendo
tanto lo ignoramos. En esos días en los que sentimos en nuestro pecho algo así
como un peso que a veces no podemos describir por no saber quizás porque esta ahí, es cuando debemos contar
nuestras bendiciones y si somos honestos pensar en lo que antes no teníamos y
ahora tenemos, o en lo que disfrutamos y otros no tienen oportunidad de
hacerlo, o en los momentos inolvidables y buenos que la vida nos ha brindado
nos hará bien.
¿Que sientes cuando con alegría y mucha ilusión le regalas
a un ser querido algo con el deseo de hacerlo feliz, pero la respuesta no es la
que esperabas? Seguramente sentirás mucha desilusión porque tu deseo era
provocar una sonrisa, una exclamación de alegría o una expresión de amor. Pues
en estos días he pensado en ese detalle mucho porque cuando nos dejamos atrapar
por la tristeza, es como que una venda no nos dejara ver todo lo que tenemos,
nos volvemos un poco desagradecidos y no disfrutamos lo que con tanto amor nos
ha dado Dios.
Es cierto que es inevitable saborear la perdida en
algunos momentos de la vida, pero en medio de esta circunstancia, aun el Señor
nos sigue haciendo bien. Aunque seamos heridos, él nos sana, aunque seamos
decepcionados, el sigue siendo Fiel, aunque nos acusen y nos juzguen él es
nuestro abogado, aunque nos rechacen él nos brinda sus brazos amorosos, aunque
nos abandonen el seguirá estando con nosotros, aunque nos duela él nos
consuela, aunque nos sintamos débiles Él nos fortalece aunque sintamos temor, él
nos protege, aunque nos sintamos perdidos y desamparados Él nos muestra el
camino y nos pone en lugar seguro.
La gratitud es tan importante en los momentos tristes
porque ella nos ubica en el lugar correcto y nos hace ser objetivos. Nos hace
apreciar lo que tenemos y la queja tiene que enmudecer para dar lugar a
expresiones de agradecimiento. Es probable que tu animo no este para decir
nada, pero si en obediencia y en entendimiento somos agradecidos, eso le
agradara al Padre y honrara nuestra actitud porque el entiende que no es fácil
expresarla cuando el corazón esta acongojado.
En lugar de decir por que se fue y ya no lo tengo, di
gracias porque lo disfrute y lo tuve, gracias por el tiempo regalado, gracias
por la oportunidad, gracias por los recuerdos gratos, gracias por la alegría
que nos brindo, gracias porque nada de esto merecí sin embargo Señor tu lo
otorgaste.
"De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis; pero el
mundo se alegrará. Vosotros tendréis angustia, pero vuestra angustia se
convertirá en gozo.
La mujer, cuando da a luz, tiene angustia,
porque ha llegado su hora. Pero después que ha dado a luz un niño, ya no se
acuerda del dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.
También vosotros, por cierto, tenéis angustia
ahora; pero yo os veré otra vez. Se gozará mucho vuestro corazón, y nadie os
quitará vuestro gozo.
En aquel día no me preguntaréis nada. De
cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, él os
lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi
nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo." Juan 16:20-24
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard