No hay duda alguna que la obediencia es
una virtud que todos debemos procurar porque nos conviene, nos evita el
cansancio, malestar y problemas. Sin embargo, solamente Jesús fue obediente
hasta la cruz y a los seres humanos nos cuesta mucho seguir instrucciones. Si
los procesos se demoran los queremos acortar, si lo que deseamos se ve lejos
queremos evitar el trayecto, empezamos un proyecto y queremos ver el producto
terminado ya. No tenemos paciencia y en lugar de esperar y cumplir con las
directrices, empezamos a buscar atajos. Nos gusta lo que es fácil y rápido. La
tardanza nos hace desesperar y al impacientarnos corremos el riesgo de echarlo
a perder todo.
A mí me ha pasado que por andar muy de
prisa queriendo acelerar el paso se me cae algo en la cocina y después he
tenido que trabajar más recogiendo el desastre. Cuando en nuestro diario vivir
sentimos que algo no se concreta, que nuestros seres queridos no cambian, que
las finanzas no mejoran, en lugar de seguir en la brecha haciendo lo que
debemos hacer, recurrimos a soluciones instantáneas y totalmente equivocadas.
Un negocio que no prospera como deseamos
y lo abandonamos, cuando estaba a punto de sorprenderte. Un esposo o una esposa
amargada que cambiamos por otro (a) que te salió peor. Nos cuesta mucho
perseverar y preferimos andar brincando de un lugar conocido a uno desconocido en donde no sabemos lo que
vamos a encontrar.
¿No sería más sabio y prudente seguir
insistiendo en donde has puesto ya mucha de tu fuerza? ¿Porque perder la inversión?
Es probable que lo que se necesite no es un nuevo prospecto, sino una nueva
estrategia para trabajar en el que ya tienes. No te sorprendas si cuando hayas
saltado de un proyecto a otro y te desilusiones quieras retomar el anterior y
este ya no esté disponible.
Pienso que si algo no está funcionando
debemos revisar con sinceridad como lo estamos administrando, puede ser que lo
que veamos muy difícil en realidad no lo sea y con un poco de cariño y buena disposición,
logremos prosperarlo. No esperes que las personas y las cosas cambien, cambia
tu y has que ellas cambien dándoles el tiempo que sea necesario el que siempre será
menor que si volvieras a empezar en otro lugar, o con una persona extraña.
No te desanimes, cambia tu actitud, invierte
bien, mira tu sueño con esperanza y espera con paciencia. Un árbol bien cuidado,
siempre dará buen fruto.
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren tu ser interior
Por: Ingeborg Bernhard