Si, el mundo ha evolucionado mucho, cada
día la industria a pasos agigantados sacan al mercado sus últimos inventos. Los
medios de comunicación se encargan de presentarnos lo nuevo del momento y es
tan difícil evitar el deseo de adquirir la nueva maravilla que aparentemente
simplificara nuestras vidas. No podemos negar que la tecnología de
alguna manera simplifica nuestras vidas, pero tampoco podemos dejar pasar por
alto que ella también, si no se administra bien nos aísla, nos aleja de los que
amamos y nos mete en problemas. ¿Cuál es tu caso? ¿Utilizas correctamente todos
estos aparatos inteligentes? ¿Piensas antes de usarlos o ellos piensan por ti?
Por supuesto que estoy de acuerdo en que
debemos evolucionar en el sentido de ser mejores cada día. También estoy de
acuerdo en utilizar todas la herramientas con las que contamos para ser más
eficientes en lo que hacemos. Sin embargo no estoy de acuerdo en que el tiempo
que debiéramos ocupar para hablar con nuestros hijos, o para atender a nuestra
familia, lo utilicemos para jugar en estos aparatos tan creativos, ni para
comunicarnos con las personas equivocadas, ni para apartarnos a un mundo en el
que los que amamos simplemente no son invitados.
Cada día estamos más entretenidos en
cuanta bobería nueva llega a nuestras manos, invertimos mucho tiempo mal. Nos comunicamos menos con aquellos que son nuestra inmediata responsabilidad;
nuestras parejas, nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos y preferimos
andar divagando por el mundo cibernético hablando con personas que a veces ni
conocemos ni nos dejaran algo bueno. ¿No sería mejor conocer más a los que
tenemos en casa? ¿No sería mejor disfrutar más la naturaleza en paseos y
actividades con la familia?
Trabajamos más y muchas veces nuestra motivación
no es ofrecer algo mejor a los que amamos sino ir detrás de lo nuevo que nos
ofrece la tecnología, cada dia tenemos menos tiempo para los nuestros. Todo puede esperar, pero la novedad y el compromiso que
nos hemos hecho de adquirir lo que está de moda no. Nos esforzamos más por las
cosas materiales que por las espirituales. No tenemos tiempo para orar pero
tenemos tiempo para invertir en cada juego que surge en los aparatos electrónicos.
No tenemos tiempo para leer algo que nos haga crecer, pero tenemos tiempo para
chatear, no tenemos tiempo para escuchar a nuestros hijos pero tenemos mucho
tiempo para invertir en nuestras computadoras.
Lo malo no es la tecnología, lo malo es
como la usas, lo importante no es cuánto tiempo tengas, lo importante es como
lo inviertes. Lo que debemos aprender es orden en las prioridades. Puedes hacer
todo con medida y con balance y por supuesto lo primero es lo primero. Dios, tú
y tu familia. Podrás estar de acuerdo o no conmigo, pero los resultados de tu inversión
pronto te hablaran de si has sido o no sabio en la manera en cómo te conduces.
He visto cuadros que ahora son tan comunes en las reuniones familiares, en los
que la familia esta sentada en la sala, pero no se comunican entre ellos porque
se están comunicando a través de sus teléfonos inteligentes quien sabe con quién.
Esa es la manera en que las reuniones familiares modernas se desarrollan en
muchos de nuestros hogares, se hace cualquier cosa menos hablar y cada día la comunicación
se vuelve más pobre. No esperes a ver resultados que luego no te gusten para
querer enmendar lo que ahora no está en orden. Es mejor ordenar ahora lo que
necesita atención, para que veas el fruto bueno y agradable de lo que has
sembrado bien.
Muy bien por los avances tecnológicos,
pues la inteligencia y la creatividad Dios la da, pero cuídate de la manera en
que los usas, úsalos con sabiduría y prudencia, úsalos para lo que debe ser. No
te metas en problemas hablando con quien no debes y escribiendo lo que no te
conviene. Un aparato electrónico bien
usado te puede ser de mucha ayuda, pero uno mal usado te puede complicar la
vida sin necesidad. ¡Decide bien!
Efesios 5:15 (PDT)
“Por eso hay que tener mucho cuidado con la forma de
vivir. No vivan como la gente necia, sino con sabiduría.”
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren tu ser interior
Por: Ingeborg Bernhard
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