No es cierto que la mayoría del tiempo
estamos esperando que nos den, que nos complazcan y que nos consideren. Probablemente
se nos olvida que hay una ley que dice que el que siembra cosecha. Deberíamos
recordar que la mejor manera de recibir es dar, y por esta razón en lugar de
quedarnos cruzados de manos, a veces frustrados y molestos porque no recibimos
lo que queremos, deberíamos cambiar de actitud, ser inteligentes y accionar, de
manera que lo que deseamos para nosotros lo ofrezcamos antes.
Cualquier pintor le da color a su obra
para que luzca bien, luego de hacerlo recibirá lo que espera, admiración, felicitación
una oferta y hasta remuneración porque algo que vale la pena todos lo quieren
adquirir, pero para que todo esto suceda, algo se tiene primero que ofrecer. Lucimos bien cuando aprendemos a dar, pero aun
más, movemos las teclas necesarias para nuestra felicidad.
Sucede que estamos afanados pensando en
nosotros de tal manera que nos volvemos exigentes y nos desilusionamos fácilmente.
Cuando la novela que nos hicimos en la mente no tiene un buen final y nos deja esperando
algo que no llega, esto nos lastima y nos hiere. Lo que sucede es que las
mujeres y los hombres no pensamos ni reaccionamos igual, lo que para una mujer
es importante puede ser que para el hombre no lo sea y viceversa, es entonces
que la comunicación es vital, porque si no dejamos que nuestro prójimo nos
conozca, que sepa lo que nos gusta, lo que deseamos y esperamos, es probable que jamás lo sepan y
tampoco nos satisfagan.
Cambiemos el orden de las cosas, comuniquémonos
bien y demos primero, porque esta es la formula
que nunca falla y que nos pondrá en posición de recibir. No esperes que los demás
lo hagan, comienza tu, cambia tu, mejora tu, ama tu, da lo mejor de ti porque
el que así lo hace se esta asegurando una respuesta buena y saludable. No
trabajes pensando en lo que recibirás, sino en lo que aportaras, solo así te sentirás
satisfecho con lo que haces, no te hagas de amigos para ver que te pueden
ofrecer, piensa en como tu los puedes bendecir, no vayas a la iglesia a esperar
que te den, ten la actitud de ofrecer lo que tienes, no te cases para que te
hagan feliz sino para hacer feliz a tu pareja.
Cuando hayas aprendido a dar, lo hagas
bien y lo disfrutes, cuando menos lo esperes, estarás lleno de detalles, de
oportunidades, de amigos y el amor no te faltara, porque nadie quiere dejar ir
a alguien que es capaz de dar sin esperar nada, alguien que da porque se siente
feliz de hacerlo, porque aunque lo que espera de los hombres no lo reciba,
siempre habrá invertido de tal manera que Dios no lo pasara desapercibido y El
mismo, se encargara de regresar multiplicado lo que se sembró.
Comienza hoy, bendice a alguien, sorpréndelo
con un detalle, una acción, una palabra, un gesto; invierte en tu vida, hazlo
bien y generosamente porque no hay semilla que se siembre en buena tierra que
no de fruto. Que plantita dejaste de regar, ve a ella con alegría, recupera lo que
se ha perdido, trátala con ternura, háblale con cariño, pódala con amor y con mucho
cuidado todos los días, y muy pronto la veras florecer. Haz a un lado el egoísmo
y practica el amor verdadero el que se alegra con el bien de los demás.
“En esto consiste el amor no en que nosotros
hayamos amado a Dios sino en que Él nos amó primero “ 1 Juan 4:19
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard