Tal parece que naciéramos siendo
impacientes; recuerdo el llanto insistente y a veces desesperante de mis hijos
cuando eran bebes. Lloraban como si algo grave les pasara y tal ves
necesitaban su biberón o el cambio de sus panales. Solía reírme mucho al verlos
tan pequeños y tan enojados, y es que a esa edad la única herramienta que tienen los
bebes es su llanto mediante el cual quieren reclamar sus derechos ignorados.
Aquellas diminutas personas, hasta cambiaban de color por su impaciencia,
y mientras esperaban que su leche se enfriara, parecía que nada los consolaría.
Los niños cuando más grandecitos si no se
les corrige y se les ensena que la impaciencia no los conducirá a nada bueno, seguirán
comportándose sin tolerancia alguna a la espera. Muchas personas al no haber
sido aleccionadas a este respecto, crecen comportándose de una manera tan
impaciente que cualquier cosa les arruina su día. Se molestan por todo; quieren
resultados instantáneos; suelen presionar a las personas que están a su
alrededor ya sea en la casa o en el trabajo y llega un momento que aleja a
todos los que son sus colaboradores, porque no hay quien aguante a una persona
desesperada que no respeta la manera ni el espacio de los demás.
Debemos estar muy agradecidos y contentos
de que Dios no es impaciente, porque si fuera así cuantas veces nos hubiera dicho arréglatelas
como puedas porque me canse de esperar. ¿Cuantas veces Dios ha esperado por
nosotros para que entendamos que estamos haciendo las cosas mal? Cuantas veces
nos ha repetido una y otra vez lo que nos conviene y seguimos insistiendo en lo
mismo pero él no se cansa de esperar. El bien podría decirnos, te perdone una
vez pero no sucederá más, porque te digo y te enseno y tardas en escuchar.
¿Si Dios se comportara con nosotros con
impaciencia donde estaríamos? ¿No es cierto que se siente bien que nos tengan
paciencia porque somos tardos en aprender? Pues pensando es esas cosas deberíamos
tomarlo de referencia y cambiar, no seamos impacientes pues la impaciencia no nos ayuda, sino que nos hace
mal y le hace mal a los que nos rodean . Tenemos que mentalizarnos y aprender
a esperar, pues esperaremos en fila, esperaremos en tráfico, esperaremos
respuestas y no lo podremos evitar, nos conviene aprender a tener paciencia porque
la impaciencia nos puede amargar y además es una muestra de falta de confianza
en Dios.
En el Salmo 130:5 leemos: "Espero en el Señor; en El espera mi alma, y
en su palabra tengo mi esperanza."
Isaías 50:15-18
"Porque así ha dicho el Señor DIOS, el Santo de Israel, en
arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza está vuestro
poder.” Por tanto, el SEÑOR espera para tener piedad de vosotros, y por eso se
levantará para tener compasión de vosotros. Porque el Señor es un Dios de
justicia; ¡Cuán bienaventurados son todos los que en El esperan!"
No te impacientes
confia en el Señor tu Dios porque no se avergonzaran los que esperan el El.
DALE COLOR A TU VIDA!
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard