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Monday, October 08, 2012

QUIEN LO HIZO? YO NO FUI PAPA

 
 
¿Quien lo hizo? Yo no fui papa; desde niños aprendemos a decir mentiras porque entendemos que hemos desobedecido, hemos dañado algo o hemos tomamos algo que no es nuestro. Sabemos que procedimos mal y viene el miedo, intuimos que el peligro nos asecha y preferimos desplazar nuestra responsabilidad en los demás.
Vamos creciendo y mentir se hace mas común, tanto que llega a ser un vicio que nos acompaña donde quiera que vayamos, así que mentimos en la escuela cuando no llevamos las tareas, o cuando nos hemos peleado con alguien y sabemos que la reprimenda es inevitable, mentimos mas tarde en el trabajo inventando miles de excusas cuando llegamos tarde, mentimos en el hogar cuando por escapar preferimos quedarnos con los amigos y así caminamos por la vida tratamos de evadir la responsabilidad a costa de lo que sea.
Sucede a veces que hemos crecido en un ambiente inadecuado en donde los patrones de conductas errados se transmitieron de una generación a otra y es cuando encontramos que los padres son altamente reactivos con los hijos en situaciones que realmente no son tan importantes como ellos las toman. Esto hace que tras el error cometido y escondido detrás de la mentira descubierta, se aplique un castigo severo más grande a veces que la equivocación.
Que diferente seria si en los hogares razonáramos de tal manera que a las cosas y a los comportamientos se les diera la connotación adecuada y pudiéramos desde la niñez tener la confianza suficiente para no tener miedo y confesar nuestras faltas. Si nos hubieran ensenado desde temprano que errar es de humanos y que un error se puede rectificar, y si en lugar de ser victimas de abusos en algunos casos se nos hubiera explicado que siempre hay una mejor manera de hacer las cosas, a lo mejor hubiésemos aprendido a ser transparentes y a aceptar con facilidad nuestros errores. Pero el miedo nos hace huir de las consecuencias porque no sabemos si podremos enfrentarlas con valor.
Ayudemos a nuestros hijos ahora que tenemos conocimiento, expliquémosles que no esta mal aceptar que fallamos, que lo importante es tener valor para rectificar y tratar de hacerlo mejor la próxima vez. Padres no sobre reaccionemos con una situación que tiene solución, si la perdida fue material, eso es algo que tiene arreglo, si la perdida fue emocional, con la palabra y con amor podemos buscar solución. Dale la confianza a tus hijos, para que en ti no vean al verdugo, sino a alguien que los ama y los comprenden en quien ellos pueden confiar y recuerda que si no te tienen a ti, siempre encontraran en la calle a alguien que les dirá algo que quizás no sea para su bien.
Efesios 4:25 “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros”
Dios aborrece la mentira, pero también nos da la confianza para que podamos confesarle a el nuestras faltas sin que tengamos temor al regano. Las consecuencias de la mentira nos las buscamos nosotros, pero no es algo de lo que Dios es responsable. Dejemos de mentir, desechemos ese hábito tan desagradable, la mentira es  innecesaria y en lugar de hacernos bien, nos hace lucir muy mal porque mientras mas la practicamos mas nos enredamos en ella. Que no te conozcan por mentiroso porque una vez descubierto sera muy dificil que recuperes la confianza de los demas.
 
 
DALE COLOR A TU VIDA!
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard