La mayor parte del tiempo nos
entristecemos por asuntos que aún no nos acontecen, por cosas que imaginamos o
eventos que aún no llegan. Nos dejamos espantar por fantasmas imaginarios. Pasamos
mucho tiempo con el balance en rojo en relación a nuestra alma, porque pedimos
prestadas lágrimas que no necesitamos, las que consumimos sin necesidad. Por la mala costumbre de poner en aprieto a
nuestras emociones las sometemos a cargas ostentosas que después de un tiempo
nos debilitaran.
Lo que sucede es que hacemos muchas cosas
en sentido contrario, lo segundo lo hacemos primero y por eso nos cuesta mucho
llegar a donde queremos y tener lo que anhelamos. Es así que muchas veces
hablamos primero y pensamos después, compramos primero y consideramos después el
valor de lo comprado, asumimos cosas antes de preguntar y a Jesús lo invitamos
a nuestra vida cuando ya nos hemos metido en líos. Todo lo que perdemos por no
ser ordenados en nuestra forma de proceder, nos desgasta, nos cansa y nos impide disfrutar lo que pudiéramos haber logrado si antes hubiésemos dirigido nuestros
pasos correctamente y en lugar de comenzar por el final, hubiésemos comenzado
por el inicio.
¿Por qué tenemos que pasar por procesos redundantes
de los que no sacamos beneficio alguno?, ¿Por qué no invertir bien nuestro
tiempo deteniéndonos en nuestro afán de querer las cosas ya? ¿Por qué para
ahorrarnos las penurias que por nuestras equivocaciones vivimos no meditamos y
pedimos dirección? Sufrimos a veces porque queremos, porque se vuelve
costumbre también el dolor. No tiene que ser así, porque no estamos solos y
podemos optar por orientación.
No sometamos a nuestra alma al desgaste por
dejar que pensamientos destructivos y negativos nos asalten. Debemos ir primero
a Dios y no afligirnos antes, pues si cuando en tu trabajo tienes un problema
que solucionar y no sabes cómo hacerlo recurres a tu jefe porque sabes que
juntos lo podrán hacer, con mayor razón en lo espiritual debes tener la certeza
de que hay alguien que te conducirá a la
mejor salida sin que tengas que padecer.
No dejes que tu día se nuble, cuando hay
un sol que te quiere iluminar, no dejes que la tristeza opaque tu ánimo si hay
un Dios que esta por ti.
“El SEÑOR tu Dios está
en medio de ti, Poderoso”
Sofonías 3:17 a
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard