Provengo de una familia donde la música
era una parte importante en lo que a nuestra cultura y costumbres se refiere,
mis padres tocaban el piano después de haber compartido alrededor de la mesa
una plática alegre y una comida deliciosa. Era algo que no faltaba nuestras veladas en casa en donde se oían las más lindas interpretaciones de
los maestros clásicos.
También mis padres aprovechaban la ocasión para ensenarnos a cantar y fue así
que sus cinco hijos aprendimos a reconocer una música bien interpretada llena
de matices y coloridos armoniosos, los que poníamos a la práctica cantando
villancicos. En ese tiempo no recuerdo que tuviéramos televisión, éramos muy pequeños
y había que buscar otras formas de entretener a la familia y agradezco mucho
que la que buscaron nuestros padres fuera esta.
Esas tardes eran divertidas, llenas de alegria, papa contaba historias de
cuando vivió en Alemania y nosotros nos íbamos al suelo por la risa, mama era
la que nos ensenaba a cantar pues ella había atendido a un conservatorio en
donde había aprendido cosas que luego transmitió a sus hijos.
Por supuesto que lo bonito de todo aquello era la armonía, todo se
desarrollaba en un ambiente agradable y seguro en donde hacíamos las mismas
cosas y las disfrutábamos. Nadie quería hacer otra cosa porque esos momentos
eran importantes y especiales para todos, así que pasábamos muchos ratos
felices, y experimentando los mismos sentimientos.
Aprendí a reconocer cuando alguien cantando esta fuera de tono, cuando
alguien desafina, cuando alguien tiene talento y cuando no y me di cuenta que
un instrumento desafinado y muchos si no interpretan la misma melodía pero
tocan al mismo tiempo en realidad lo que hacen es ruido. Eso mismo sucede en
los hogares, cuando en lo que se orquesta no hay acuerdo, cuando todos quieren
prevalecer y ninguno se entiende, cuando esto sucede pronto tendremos una casa llena de
ruido ensordecedor.
Debe haber armonía para que las cosas salgan bien y sean agradables, no
podemos ir en direcciones opuestas, ni estar divididos, ni querer levantar la
voz de manera que los demás no se oigan. Para que haya armonía en el hogar se
debe "tocar la misma canción" haciendo sus pausas para que cada
instrumento tenga su solo aquel que contribuya a la belleza de la misma, lo que
significa que caminamos detrás de los mismos sueños, y todos participamos, y
las ideas de cada miembro son importantes siempre y cuando su fin sea el
bienestar común.
Los problemas vienen en la familia cuando un instrumento se escucha mas
fuerte que otro o cuando algunos no se escuchan porque los obligan al silencio olvidando que su sonido pudiera hermosear la melodía. Todos somos importantes y todos
podemos aportar para hacer algo que valga la pena, pero cuando las personas son
egocentristas y autoritarias, pueden anular los talentos de los que forman
parte de su círculo. Debemos entonces crecer en el sentido de promover los
dones de los demás, ayudar a que sean descubiertos y una vez hecho esto
animarlos a que los usen porque cada participante enriquece y hace mas hermosa
la obra.
Hablemos todos lo mismo, respetemos la forma de ser de los demás y saquémosle
provecho a las diferencias, para que algo sea lindo y armonioso debe haber
variedad bien manejada haciendo presencia en el momento adecuado. Todos somos
importantes y valiosos y todos nos necesitamos, disfrutemos de lo que otros nos
pueden ensenar y demos lo nuestro sin escatimar. Desechemos los pleitos y el protagonismo, trabajemos en equipo echandole mano a todo lo que puede enriquecernos y darnos bienestar.
"Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonia" Salmo 133:1
Ingeborg Bernhard
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard