Muchas personas andan por el mundo, aburridas
y sin muchas expectativas acerca de la vida, dicen que ya lo han probado todo y
que nada les satisface. Estas personas se sienten vacías, todo les da igual y
no hay nada que los alegre.
Cuando amanece el día su panorama es semejante
al de ayer. No hay cambios que les entusiasmen porque viven sin propósito alguno.
Andan a la deriva y su barco no tiene brújula que les dirija a un puerto
seguro. Lo mismo les da si es de día o de noche, o si su barco atraca en un
puerto o se queda en alta mar. El viento
los arrastra para donde sopla más fuerte y vive dando tumbos si tener donde descansar.
La rutina los tiene atrapados en un mundo
sin motivación, porque viven aburridos y sin saber para donde van. Todos
necesitamos dirección, un norte a donde destinar, un proyecto que nos mantenga
entusiasmados, una razón que nos mantenga vivos, una esperanza que fortalezca
nuestra fe. ¿Quiénes son los que se aburren si no aquellos que no tienen dónde
ir ni qué hacer? Los que caminan en un letargo somnoliento pensando solo en
ellos, aquellos a los que su egoísmo los aísla y no son capaces de ofrecer nada
a los demás.
Se mueren de tristeza porque no han
aprendido a dar, viven ensimismados y en su aislamiento los consume la soledad.
Es que Dios no nos creó sin un propósito, pero el caballo sin rienda se desbocara, y no es
sino bajo la instrucción de su amo que su camino no perderá. Sus vacíos se deben
a que sin Dios nada pueden hacer, pues nada que fue creado puede andar lejos de
su creador.
¿Quieres disfrutar de verdad la vida y que te vaya bien? Acércate al que te
creo, pues El si conoce tu destino y la razón por la que te formo. No andes
solo, porque el que anda solo fácilmente se extravía, ese fue el caso de Eva en
el Edén, que por andar sola oyó una voz que la sedujo y la engañó.
“Yo soy la vid y ustedes son las ramas.
El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho
fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no
permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se
arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en
ustedes, «todo» lo que quieran pedir se les concederá. (Juan
15:5-7 NVI)
Pídele a Dios que cambien la tristeza en
gozo y que en lugar de vivir en una constante oscuridad, puedas ver pronto el
amanecer que trae cosas nuevas y buenas para el que así lo cree.
DALE COLOR A TU VIDA
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard