En todas las etapas de nuestra vida, por
una o por otra razón hemos escuchado que alguien nos dijo algo como esto: “Por
tu culpa”, así es que aprendemos equivocadamente desde muy temprano que la
culpa nos acompañara por el resto de la vida tal como si fuera algo de lo que
no podremos escapar jamás.
Se nos culpa por todo, aun a través de
los medios de comunicación se nos transmiten mensajes que nos hacen sentir
culpables, de manera que llegamos a creer y a aceptar que lo somos, aun cuando no siempre
sea verdad. Nos sentimos culpables por todo; si una cosa se echa a perder,
pensamos que es por algo que hicimos mal; si no podemos adquirir algo que
alguien significativo para nosotros quiere, nos sentimos culpables por no tener
las posibilidades de complacerlo, si a
alguien de nuestra familia le va mal también pensamos que la culpa es nuestra y
que seguramente no hicimos lo suficiente por ellos.
Sentirse culpable es algo que no nos
dejara avanzar pues la culpa paraliza, y
constantemente causa temor y miedo de ser señalados y juzgados. La culpa nos
hace sentir que no merecemos nada y por esta razón, nos aislamos y nos
conformamos con vivir mediocremente pensando que de esa forma pagaremos por
aquello que no hicimos bien.
No podemos dejar que se nos vaya la vida sintiéndonos
culpables por todo, sino que en lugar de eso debemos aprender a asumir la
responsabilidad que nos toca, y restituir en la medida que se nos haga posible.
Es saludable y necesario que aprendamos a vivir sin condena, y esto se logra depositando
nuestra vida en las manos de Jesucristo quien cuando recurrimos a El, nos
limpia de todo pecado, y nos justifica delante del Padre, para que podamos vivir
sin condenación.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)
“De modo que si alguno esta en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2
Corintios 5:17).
Aun cuando hayamos fallado y causado
dolor, siempre podemos recurrir a nuestro Señor, quien esta esperando por nosotros
para ayudarnos, Él nunca nos dará la
espalda y siempre nos ensenara la mejor forma para reparar las cosas que hemos
dañado en el camino. No pierdas la esperanza Dios siempre te ofrecerá una nueva
oportunidad, Él te restaurara y de los errores cometidos te ensenara una gran lección y sacara lo mejor de ti.
DALE COLORA A TU VIDA
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard