Nueve meses es el tiempo que una mujer
embarazada carga en su vientre a su hijo para luego darlo a luz. En algunos
casos el hijo se adelanta, en otros es necesario conducirlo por cesárea y en ocasiones
el parto se ve interrumpido por diferentes causas.
Lo que es indiscutible es que para estar embarazada,
la mujer debió haber tenido intimidad, de otra manera es imposible que esto
suceda, a menos que recurra a las alternativas que la ciencia les ofrece y que
no son naturales.
Tener un hijo es el acontecimiento mas hermoso
que una mujer pueda experimentar, el escuchar el llanto del bebe después de
largas horas de labor, dolor y muchos meses de espera, lo compensa todo. Nada
como el momento en que se tiene en sus brazos aquel pequeñito ser que ha sido
anhelado y esperado por largo tiempo.
Sin intimidad no hay embarazo…así sucede
con nuestros sueños, es necesario concebirlos en la intimidad. No es sino en la
presencia de Dios a través de esos momentos en los que le buscamos en oración y
mientras leemos Su Palabra y le adoramos que quedaremos embarazados de sus
planes y sueños para con nosotros.
María quedo embarazada de lo
que el Espiritu Santo deposito en ella, también sus hijos nos embarazamos de sus planes y
proyectos, los cuales por venir de El son extremadamente bendecidos y para bendición.
Cuando queremos algo nuevo en nuestras
vidas, tenemos que buscar intimidad con Dios para poder embarazarnos de sus
ideas, y una vez que lo hagamos, tendremos que pasar por el que pasa todo el que procrea un hijo, lo cual puede ocasionar
dolor e incertidumbre, pero también alegría y paz. Puede requerir tiempo, uno
que quizás se vuelva eterno pero que si logramos con paciencia pasarlo nos
traera las mejores cosas de nuestras vidas.
Nunca podremos experimentar la alegría del
que da a luz, a menos de que vivamos todo lo necesario para eso, por eso
debemos iniciar por la intimidad con Dios porque ella siempre nos llenara de
cosas nuevas y buenas.
No esperemos mas tiempo para disfrutar de
las bondades de Dios, es un buen momento para darle propósito a nuestras vidas
y caminar en la dirección correcta. No busquemos medios infructíferos, vayamos
al lugar que siempre florece, se reproduce y crece y asegurémonos de que
estaremos dispuestos a ponernos en manos de Dios con toda confianza de que el estará
con nosotros en toda la nueva aventura de dar a luz los mas grandes sueños,
unos que solos no podríamos gestar, pero que con El los podemos pronto concebir.
“¿Hay algo demasiado difícil para el Señor?
Volveré a ti al tiempo señalado, por este tiempo el año próximo, y Sara tendrá un
hijo” Génesis 18:14
No importa cuanto tiempo hayamos
esperado, para Dios no hay obstáculos, no hay nada que lo detenga para bendecir
nuestras vidas sino nosotros mismos, por lo tanto pidámosle a El que nos llene
de su visión para que pronto demos a luz lo que tanto anhelamos.
DALE COLOR A TU VIDA!
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard