Todos tenemos sueños pero no todos los
alcanzamos porque lograr lo deseado requiere perseverancia y tenacidad.
Cada evento que concluimos, cada capitulo
terminado, nos empuja a proponernos nuevas metas, el hombre no fue diseñado para
estancarse y comprometerse con la rutina pues esto tarde o temprano terminara
por cansarlo y lo llevara a sentir un profundo vacío por la falta de propósito.
Cuando nos proponemos nuevas metas debemos considerar que habrá momentos en los que las fuerzas nos faltaran, y en los que todo nuestro esfuerzo parecerá haber sido en vano; es en esta etapa en la que muchas personas pierden el ímpetu y desisten de su anhelo por triunfar porque perdieron la fe.
A algunos deportistas les pasa, quienes sintiéndose
derrotados antes de terminar la carrera, bajan la guardia y comienzan a
aminorar el paso, pero los verdaderos deportistas luchan hasta el final y
llegan a la meta no importa en que lugar.
No es difícil comportarnos como Tomas el discípulo
de Jesucristo, que necesito ver para creer: "hasta que no meta mis dedos en sus llagas
y mi mano en su costado no creeré" (Juan 20:25), cuando lo que necesitamos es llenarnos
de fe.
En Hebreos
13:1 la Biblia nos recuerda "Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve”.
Antes de emprender una nueva carrera, un nuevo
reto, debemos acondicionarnos para que en la ausencia de señales de éxito y en
la presencia de obstáculos, sigamos creyendo en nuestro corazón que
alcanzaremos lo que deseamos.
Muchos han abandonado la carrera cuando están
a punto de lograr llegar a su final. No importa que tu paso hacia la meta sea
lento y que no puedas avanzar como deseas, lo realmente importante es
perseverar, porque solamente el que lo hace así lo puede lograr.
DALE COLOR A TU VIDA!
Reflexiones que nutren el ser interior
Por: Ingeborg Bernhard
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